Miguel Ángel González

Miguel Ángel González, exferroviario del Ferrocarril del Pacífico, es el protagonista de una historia que refleja cómo su vida y su identidad se vieron profundamente moldeadas por su trabajo en el ferrocarril. A los 20 años, comenzó a trabajar en el ferrocarril, una experiencia que definió su trayectoria personal y laboral. Para González, el ferrocarril no solo era un medio de transporte, sino una "escuela de vida" que le enseñó valores fundamentales como el compañerismo, la lealtad y el compromiso con la comunidad. Estos valores se convirtieron en la base de una identidad colectiva entre los trabajadores ferroviarios, quienes compartían no solo su labor, sino también un sentido de fraternidad y apoyo mutuo en las difíciles condiciones laborales. El trabajo en el Ferrocarril del Pacífico no solo implicaba la operación de maquinaria, sino también un estilo de vida que unía a los trabajadores en una red de interdependencia y solidaridad. Los encuentros anuales de exferroviarios, donde se celebraba la memoria compartida de su época dorada, son un ejemplo claro de cómo la cultura ferroviaria trascendió más allá del trabajo y perduró en la vida social de quienes formaron parte de ella.

Para González, el ferrocarril representaba un vínculo emocional y simbólico con la modernidad y el progreso. La admiración por los trenes como símbolos de desarrollo no solo marcó su experiencia laboral, sino que también consolidó una identidad colectiva en torno a una institución que conectaba regiones y comunidades. La desaparición del ferrocarril, y en particular del Ferrocarril del Pacífico, dejó una profunda huella en la memoria colectiva, pues marcó un cambio radical en las dinámicas sociales y económicas de las comunidades que dependían de él. La nostalgia por esa época dorada del ferrocarril sigue viva en las historias compartidas entre los ferroviarios retirados, como González, y en las cooperativas que han preservado los valores y la cultura ferroviaria. A través de estas cooperativas, muchos exferroviarios han podido mantener su sentido de comunidad y apoyo mutuo, asegurando que el legado del ferrocarril siga presente en la memoria y las prácticas de los que lo vivieron. La historia de Miguel Ángel González, por tanto, es una representación de cómo el Ferrocarril del Pacífico no solo construyó infraestructuras físicas, sino que también cimentó una identidad y memoria colectiva que sigue viva en quienes trabajaron en él.

Jose Henry Loaiza

José Henry Loaiza, exempleado del Ferrocarril del Pacífico, relata cómo su experiencia laboral en el ferrocarril ayudó a forjar su identidad y la de muchos otros trabajadores. Comenzó su carrera en 1980 y fue testigo de los altibajos del sistema ferroviario, que no solo conectaba regiones, sino que también cultivaba una cultura de solidaridad, camaradería y sentido de pertenencia entre los empleados. Para Henry, el trabajo en el ferrocarril era más que una ocupación: era un estilo de vida compartido con compañeros, marcado por rituales cotidianos, como la música, las festividades y la interacción con la comunidad. El ambiente laboral en el ferrocarril, aunque marcado por condiciones difíciles y falta de seguridad, creaba fuertes lazos entre los trabajadores. Las estaciones eran puntos de encuentro social, donde los ferroviarios participaban en eventos locales y actividades comunitarias. Henry recuerda con cariño la música carrilera y las rancheras que formaban parte de su vida diaria, y cómo, al dejar el ferrocarril, continuó cultivando este amor por la música, incluso componiendo una canción dedicada al ferrocarril.

La identidad ferroviaria trascendió el trabajo en sí y se convirtió en una memoria colectiva compartida. Los trabajadores se veían a sí mismos como parte de un legado que conectaba a Colombia a través de los trenes, símbolos de progreso y modernidad. Sin embargo, a medida que el sistema ferroviario comenzó a enfrentar problemas financieros y políticos, la importancia del ferrocarril se fue diluyendo. La competencia con el transporte por carretera, la mala gestión y la intervención política marcaron su declive, lo que dejó una profunda frustración en los trabajadores como Henry.

A pesar del cierre del ferrocarril, la cultura ferroviaria se mantuvo viva entre los exferroviarios, quienes continuaron protegiendo y recordando el sistema que les dio identidad. Las reuniones anuales de extrabajadores y la canción que Henry compuso son testamentos de cómo la memoria del ferrocarril sigue vigente. Aunque el tren ya no recorre las vías, el legado cultural y la identidad ferroviaria perduran en las historias, canciones y recuerdos de quienes vivieron esa era.

El gran cantante

Vida y memoria del Ferrocarril